Historias para no dormir: Formarte para firmar un contrato
¡Pero bueno! Hoy me he levantado inspirada y quiero contarte mi historia, a modo famosa, porque creo que te servirá para cogerme de ejemplo o hacer lo contrario cogiendo caminos que yo no cogí, pero seguro que unas cuantas dudas te resuelvo (o eso espero). Quédate conmigo que te voy a contar todo mi trayecto estudiantil hasta que comencé a trabajar dignamente con un conocido contrato de formación de los que ya hemos hablado antes. Prometo no enrollarme mucho, creo.
No sabía que era tan feliz en el instituto
Así es, toda dramática de la vida que me gusta a mi, me situaba en mi último curso de bachillerato, siempre supe o al menos eso se me dijo en casa, que sea lo que sea, tenía que estudiar para ser alguien en la vida. No le voy a quitar la razón a aquel que lo defiende, pero tampoco nos pasemos.
Apruebo bachillerato y empieza la primera curva… ¿Qué hago a partir de ahora? Desde luego estaba o sigue estando la moda de automáticamente hacer selectividad después y “ya poder elegir tranquilamente”.
La primera decisión importante de mi vida, bueno, más que decisión, media de ella, como ya se me impuso hacer un grado yo tenía que seguir con mis estudios… Elegí la rama de economía y, en concreto, la carrera de marketing.
Y ahí me ves, sin dormir, esperando a ser admitida en la universidad, aprobando selectividad en junio para entrar finalmente en septiembre. Mi futuro laboral se decidía si entraba o no claro, pero llegó el día, ¡hay que hacer las maletas!
Mi nueva etapa fuera de casa
Los que somos de pueblo o ciudad pequeña sabemos lo que supone hacer una carrera, tienes que irte de tu casa para ir a una gran ciudad. Adáptate, haz nuevos amigos, ahorra para vivir, lava tu ropa… En fin, que madures, que no está mal, pero las 2 o 3 primeras semanas te planteas si realmente es lo que quieres o puedes hacer. Estar lejos de casa y tener un mal día (que en la carrera son unos cuantos) puede ser duro.
Pasa el tiempo, y bueno… has hecho buenas amistades, pasa el primer y loco año de carrera, el segundo… Y así, llegas a la recta final. ¿Quién me lo iba a decir? Se acababa, mucho sacrificio, muchas noches sin dormir, llantos, risas y el dinero gastado en matrículas y vivienda allí, pero aquí está, mi título. Suerte la mía que me encantó la carrera desde el minuto 1 de entrar.
Ahora… ¿y mi contrato?
¿Trabajamos? ¡Quiero un contrato de trabajo!
Irónico, “qué mal están las cosas ahora”, ya se nos avisaba, somos mucha gente para pocos puestos de trabajo, el paro estaba a la vista, y firmar algún tipo de contrato estaba lejos, pero no todo es malo, voy a contarte.
En los grados teníamos las denominadas “prácticas en empresa”, desde mi experiencia en dos empresas, es una manera de tener un trabajador de manera gratuita porque, claro, te están enseñando y dotando de experiencia y eso es mucho más enriquecedor.
No nos queda otra, es real, necesitamos la experiencia y aceptamos, pero qué mínimo que sea de lo que ha estudiado uno, pues no lo fue del todo en mi caso, por lo que pasé una mala racha pensando que había estado estudiando toda mi vida… para nada. Eso sí, aprendí muchísimo de la realidad y de lo que me esperaba al otro lado de los estudios: la vida laboral.
Desde aquí a modo súplica, te pido que nunca te rindas, porque entonces ya habrás perdido seguro y por intentarlo no pierdes nada. Así que ahí seguía yo, pensando que podría tener otra vía, y vaya que la tuve.
Un curso de 6 meses que me devolvió la motivación
Quién me iba a decir a mi que gracias a un curso de apenas 6 meses iba a estar trabajando. Sí, trabajando.
Tengo mi querido contrato de formación, y es genial, a la vez que he conseguido trabajo me siguen formando durante dos horas al día y, en el horario laboral, siempre están dispuestos a ayudarme y enseñarme cosas nuevas.
Lo cierto es que, una vez me inicié en este tipo de contrato, había mucha gente que ya los conocía y van escalando gracias a él. Desde luego si lo llego a saber antes, tal vez no hubiese hecho un grado.
No me arrepiento de estudiar una carrera, de hecho estoy muy contenta de saber todo lo que sé de mi rama. No me arrepiento de irme de casa y conocer todo lo que conocí y aprender de lo bueno y de lo malo, te lo juro que no lo cambio por nada.
Pero si me da pena tanto tiempo y dinero invertido, las noches sin dormir, el estar fuera de casa en algunos momentos importantes, para que, finalmente, gracias a un curso de marketing digital subvencionado, haya conseguido un contrato para la formación y el aprendizaje. Irónico, ¿eh? Y bien contenta que estoy.
No nos vamos a engañar, el curso a la vez que me ha dado un trabajo ha hecho que termine de especializarme por completo en mi ámbito laboral, así que sí, una carrera sirve, y de mucho. Y sí también, un certificado de profesionalidad, un curso formativo, o algo que te acredite que sabes desempeñar una función también tiene futuro.
Así que, hagas lo que hagas, NO DEJES DE FORMARTE. Te aseguro que soy más acertada que tu predicción del horóscopo, no tientes a la suerte y quieras vivir del aire, aún no está eso inventado.
[bctt tweet=”¡Voy a ir mirando cursos y certificados de profesionalidad a ver si consigo un contrato yo también!” username=””]¿Ya me tengo que ir?
Hay que ver, que corto se me hace el estar contigo aquí hablando de la vida, pero sí, sé que tienes cosas que hacer, entre otras visitar el mundo de 080 Formación y mirar nuestros certificados y cursos, ¿estás trabajando? También puedes hablar con tu jefe acerca de nuestra formación bonificada para empresas… No te vas a escapar de mí.
Resumidamente he querido contaros, que nos encontramos desde bien pequeños condicionados a tener que estudiar una carrera porque es el futuro, hay que estar muchos años con una constancia increíble, siempre has sabido que tenías que estudiar, sin saber para qué o el qué, pero tenías que hacerlo. Y sin embargo, tras todos los años estudiando, puede ser un certificado el que te dé un buen futuro laboral así que, recuerda, no es el camino que coge todo el mundo el que es el más correcto.
Pero de verdad, te dejo ya tranquilo, espero que te haya servido leerme o, al menos, te hayas entretenido un rato. No tengo ni que insistir en que si quieres contarme tu anécdota o la de algún conocido puedes hacerlo en los comentarios.
Y como ya sabes, si no compartes, un gatito morirá 🙂
¡Saludos!